Voy a ser honesta con ustedes. Todo empezó porque quise hacer llorar a mi novio. Sí, así de insensible como suena. Hace un par de semanas estábamos conversando sobre libros, tópico muy normal entre nosotros, y le comentaba que solo Nicholas Sparks me había hecho llorar al leer. Él, en cambio, me decía que nunca había llorado realmente, salvo en algunas situaciones puntuales de Harry Potter. Así que yo, decidida a hacerlo llorar, le propuse un intercambio de libros. Él leía uno de mis libros favoritos de Sparks y yo leía algo de terror, un género que disfruta mucho y que yo, por el contrario, aborrezco. Los dos estábamos a kilómetro y medio de nuestra zona de confort. Y creo que el experimento estuvo bueno. Si quieren leer su reseña de Lo mejor de mí de Nicholas Sparks, pueden entrar a su blog: El Diario de Friki.
Y aquí he de confesar: hice un poco de trampa. Para empezar porque él no eligió el libro que yo debía leer, lo elegí yo misma. ¡Trampa! Y en segundo lugar, elegí un libro que sabía que no me asustaría. De verdad, de verdad que no soporto el terror. Soy de las personas que corre de la habitación al baño luego de una película perturbadora. De hecho, corrí de la habitación al baño durante dos semanas después de haber visto El juego del miedo. En serio, no puedo con el terror. Además, él se había encargado de hacerme saber, tiempo atrás, que Carrie no asustaba ni un poco y que no entendía cómo era que lo calificaban como terror. Así que, como soy una chica inteligente que no quiere correr asustada por las noches, elegí leer Carrie de Stephen King.