Fue mi amigo cinéfilo que me empujó a ver El Padrino. Es la mejor película del siglo XX, me decía e insistía, insistía hasta que decidí verla, más para que dejara de molestar que por real interés. Error, error de mi parte. Debí estar interesadísima porque él ciertamente tenía razón. El Padrino es una maravilla del cine y el asombro por lo que había visto me duró un par de días. En ese ínterin fui a visitar a una amiga y no pude evitar mencionarle que estaba fascinada con la trilogía y fue ella que me mencionó a Mario Puzo. Júzguenme, pero hasta el momento no lo conocía. Así que este año, mientras hacía tiempo y paseaba por una librería (a propósito, sufrí una caída allí y no puedo explicarles lo vergonzoso que fue) me topé con Omertá, ya reseñado, un libro póstumo del autor y tras leerlo y sentirme realmente fascinada con él, decidí que debía leer El Padrino también.
Tras haber visto la película y después leer Omertá, me convertí un poco en mi amigo cinéfilo y le insistí a mi novio que debíamos leer juntos El Padrino, segura como estaba de que él no disfrutaría la película. Esta es la primera vez que leemos el mismo libro al mismo tiempo. Normalmente uno lee algo y fascinado, se lo presta al otro y en una ocasión hicimos un pequeño intercambio: él leyó a Nicholas Sparks, un autor con el cual disfruto mucho, y yo leí a Stephen King, un autor con el que él disfruta mucho, pero es la primera vez que probamos algo como esto. Así que si quieren saber qué le pareció a él El Padrino, pueden saber su opinión aquí.
Publicado en 1969 este libro revolucionó el mundo editorial. Era la primera vez que la Mafia era el centro y además, la forma en la que Puzo la retrataba, casi como una contrasociedad con una cultura propia, unas interrelaciones muy particulares y una jerarquía tan marcada, sorprendió a todos. La Mafia era algo que se conocía: había tenido su gran explosión durante la Prohibición y, en esa época, Al Capone había sido quien gobernaba los bajo fondos con absoluta sutileza, siendo arrestado por evadir impuestos en los años 30. Sin embargo, la forma en la que Puzo la presenta… bueno, digamos que en lo personal, siempre pensé que de alguna forma estaba involucrado. Vamos a ver, no digo que el hombre no haya podido imaginárselo todo, que puede ser, pero hay ciertos códigos, ciertas palabras, formas de proceder que parecen ser muy precisas como para inventarlas. Honestamente creo que tenía cierta conexión con ese mundo o que, al menos, conocía a alguien que la tenía.
El libro nos regala la historia de la familia Corelone y de su líder, Don Vito, el Padrino. Emigrante siciliano instalado en Nueva York, Don Vito logró hacerse desde abajo hasta llegar a ser el jefe de una de las cinco familias mafiosas de la Gran Manzana. Sin embargo, y creo que esto es una de las cosas más interesantes de la novela, no es Vito el personaje principal, fundamentalmente porque no hay uno y eso me resultó entre extraño y fascinante. Desfilan por el libro un puñado de personajes que, de una forma u otra, se intercalan para llevar la historia y comparten el protagonismo.
Aun así, naturalmente, Vito es uno de los personajes más importantes y es a partir de él que conocemos un poco el mundo de la Mafia y, más específicamente, el modo en que él maneja ese mundo. Eso es sin duda una de las cosas más impresionantes del libro. Don Vito ofrece su amistad. Sí, así, en esos términos. Si un verdadero italiano tiene un problema con su vecino, con su esposa, con un cobrador demasiado ambicioso, Don Vito lo soluciona, siempre y cuando esa persona entienda que favor con favor se paga. Esa amistad que se entabló a partir de cierto problema, será puesta en juego cuando Don Vito les pida un favor, en cualquier momento, en cualquier día y si la amistad es verdadera, esa persona lo hará. De esta forma, el Padrino forma una comunidad de protegidos y de amigos que lo idolatran de un modo bastante intenso; el Padrino hace por ellos lo que otros no pueden hacer.
El eje central por el cual se desarrolla la trama es una propuesta que llega a su mesa y sepan desde este momento que esta reseña va a tener algún que otro spoiler, consciente de que la gran mayoría conoce la trama. Sollozzo, un mafioso de segunda línea, quiere y, más bien, necesita su apoyo económico y político para ingresar al país drogas. Aunque lo escucha atentamente, Don Vito no está dispuesto a colaborar y su negativa abre la lucha. Una serie de atentados ponen el imperio del Padrino en jaque, sobre todo después que este sufre unos cuantos balazos. Aunque algo mayor, el Don es un auténtico siciliano y aguanta los balazos como un campeón, solo pasando unos cuantos días en el hospital. Mientras tanto, el liderazgo de la familia recae en su hijo mayor, Sonny, el cual es muy impulsivo, imprudente, vengativo e incluso sanguinario y rápidamente el ajuste de cuentas se transforma en una auténtica guerra.
Aquí es cuando Michael, su hijo menor, entra en juego. Michael siempre fue en contra de los deseos de su padre y estuvo por fuera de los negocios familiares. Fue a la Universidad, el único de sus hermanos que lo hizo, y luego, cuando la Segunda Guerra Mundial estalló, se alistó al ejército, lo que no tenía ningún sentido para su padre, que pensaba que esa guerra no tenía nada que ver con ellos. Sin embargo, con Don Vito en el hospital, Michael se presenta como la única salvación. Sollozzo y McCluskey, el capitán de la policía que lo protege, son un obstáculo y deben ser eliminados. Sin embargo, Sonny no parece una opción viable porque nadie se fiaría de él si apareciera en una negociación, pero Michael es perfecto para el trabajo y es allí cuando el menos de los hijos de Don Vito ingresa al mundillo.
Una vez realizado el trabajo, por una simple cuestión de seguridad, Michael debe emigrar a Sicilia para ocultarse. En el ínterin, vemos cómo la situación en la ciudad de Nueva York se complica y cómo las cosas vuelven a su cauce una vez Don Vito se recupera y puede presidir la negociación. Creo que no vale la pena contarles mucho de la vida de Michael el Sicilia, pero sí deberían saber que recibió el «rayo», que es la forma en la que los sicilianos entienden el flechazo a primera vista. Sin embargo, más que un flechazo de amor, yo lo llamaría un flechazo de calentura. Aprovecho la ocasión para mencionar que no me gusta para nada la forma en la que la mujer es tratada en este libro, casi como un objeto ornamental con el que pasearse y que trae al mundo hijos, se encarga de la casa y no mucho más. Honestamente no sé si tiene que ver con algo epocal, lo cual tiene sentido, o más bien tiene una relación directa con la forma de entender la familia y la pareja que tienen los italianos. Desconozco, pero lo cierto es que no me convenció. Probablemente de las pocas cosas que no me convencieron de este libro.
Una vez negociada la paz en Nueva York y asegurada la vida de Michael, se le permite volver a la ciudad y es él quien, a partir de entonces, asumirá los negocios de la familia. Hasta aquí con la trama, que creo que ya fue demasiado. Pero permítanme agregar que me llamó mucho la atención la forma en la que siempre se refieren a los «negocios de la familia». En ningún momento dejan explícito que los negocios de la familia tienen algo que ver con ilícitos y eso me pareció una maravilla de parte del autor.
Es importante aclarar que si bien esta es, sin lugar a dudas, la trama principal, hay otras cosas pasando en ese momento en Estados Unidos, sobre todo en Los Ángeles y Las Vegas. Esto está totalmente olvidado en la película, aunque, naturalmente, aparece la famosa y memorable escena del caballo y Moe Green, pero el libro va más allá, mucho más allá. Y lo cierto es que no me lo esperaba ni un poco. Al comenzar la lectura, pensé que todo sería sobre Don Vito, vendetta y sangre, que en cierta forma lo es, pero Puzo aborda también otras realidades que me atraparon de igual forma. La forma que afronta Hollywood, las productoras de cine, el éxito y los fracasos de sus integrantes fue realmente interesante de leer. En cuanto a Las Vegas, Puzo se inmiscuye en los negocios de los casinos y, curiosamente, en asuntos médicos, que se relacionan de manera estrecha con la comunidad médica y que, de nuevo, me sorprendió. ¿Cómo es que todo esto encaja? Porque el poder del Padrino llega hasta allí y de esa forma todo queda bajo un mismo paragua, que es el poder de Don Vito.
Una de las cosas que más me gustó de esta novela es que todos los personajes demuestran el amor del escritor. Puzo no se olvidó de nadie y le dio su amor a todas sus creaciones. Se toma su tiempo para desarrollarlos y perfilarlos, sin prisas pero con mucho acierto. Todos los personajes tienen una historia que más tarde o más temprano se da a conocer, incluso se llega a conocer el pasado de algunos personajes terciaron que no vienen mucho al caso y que pueden parecer innecesario, pero que a la luz de nuevas situaciones, toman sentido. Nada de lo escrito, está allí por azar. Tanto hombres como mujeres se hicieron muy real en sus palabras.
En cuanto a mis personajes preferidos está sin lugar a duda Don Vito, portador de una inteligencia elevada, de una astucia que lo llevó hasta el lugar que ocupa, de una frialdad que me dejaba helada por momento y por una amabilidad que me descolocaba por igual. Tom Hagen, el consiglieri del Don es también muy destacable. La forma en la que asesora a su jefe, lo descifra, se anticipa a sus deseos, lo admira y lo quiere y, a la vez, es capaz de mantener la mente fría y la visión a largo plazo para ser parte del negocio es una maravilla. Michael Corleone es, probablemente, mi preferido dentro de los personajes preferidos. Mientras leía no podía dejar de imaginarme la cara de Al Pacino en él y, para ser honesta con ustedes, no era algo que me desagradara. La evolución de este personaje, es como para aplaudir de pie al Sr. Puzo y tirarle papelitos y todo. No quiero decir más sobre él porque me gustaría que lo conocieran por ustedes mismos.
El libro abarca diez años cronológicos y está contado en diez partes, que no solo abarcan ese periodo de tiempo, sino hay capítulos enteros dedicados a, por ejemplo, la vida de Don Vito antes de ser Don Vito y que, claramente, le da letra a esa doble trama de la segunda película. Lo cierto es que esa forma de narrar, sin olvidar ni un detalle, hace que no quede ni un cabo suelto al concluir la lectura, todas las incógnitas que va regando a lo largo de la narración, se resuelven al final.
Para ir cerrando la reseña, debo confesar que al terminar el libro tuve exactamente le misma sensación que al terminar de ver la película: WOW. Al terminar, tanto una cosa como la otra, fui plenamente consciente que acababa de ver/leer una maravilla. Para poner una descripción gráfica de lo que me pasó: me voló la cabeza. Si es que me tienen un poco de confianza, créanme, lean este libro porque no se van a arrepentir. No teman a la Mafia si no es un género que no conocen, porque les prometo que el Sr. Puzo los envolverá con su estilo sencillo, elegante y vertiginoso, con sus giros argumentales que los dejará boquiabiertos y por el modo el que plantea el mundillo. Creo que queda claro que son cinco estrellas de cinco, ¿verdad?
4 comentarios sobre “Mario Puzo – El Padrino”