Tozuda y bondadosa, así soy. Esta es la tercera oportunidad que le doy a John Grisham, por lo que pueden notar que persevero bastante en mi objetivo y, sobre todo, soy bondadosa puesto que continúo buscando que uno de sus libros me obnubile. De momento, no ha pasado. Mi opinión de este autor es que, extrañamente, algo pasa con él a la mitad de sus historias, porque suele perder el rumbo, que venía manteniendo con bien tino, y termina generando un desenlace de lo más insulso y poco satisfactorio. Eso me pasó con El secreto de Grey Mountain, reseñando aquí, y otro libro de él que leí y ya nadie recuerda cómo se llamaba.
Así qué en una magnífica aparición de mi tozudez y de mi bondad, le terminé dando una tercera oportunidad a John Grisham y aunque siempre dicen que la tercera es la vencida, en este caso tal vez sea la cuarta. Tiempo de matar llegó a mis manos porque forma parte de la colección Policiales de Colección que el diario El País sacó hace un par de años y que me sigue dando material de lectura. Además, en cuanto leí la sinopsis lo identifiqué de inmediato con una película protagonizada por Matthew Mcconaughey, Samuel L. Jackson y Sandra Bullock que, dos por tres, mi madre solía ver y que, por transitiva, terminé mirando de refilón alguna que otra vez. Así que sabiendo que tres grandes actores habían adaptado a la pantalla grande esta novela, me figuré que el material original debía ser bueno.
Tiempo de matar nos cuenta la historia de Carl Lee Hailey, un negro cuarentón, habitante de Clanton, un pequeño condado del estado de Mississippi, Estados Unidos. Carl Lee está casado con Gwen, tiene tres hijos y una pequeña niña de diez años que, curiosamente, es vital en la trama de este libro, puesto que, tristemente, a la pequeña Hailey la violan sistemática y repetidamente dos hombres blancos y muy borrachos que, además, la golpean con mucha brutalidad e incluso la orinan sin vergüenza alguna. Por fortuna, el sheriff del condado, Ozzie, atrapa con rapidez a los dos hombres que, estúpidamente, se jactaban de lo que habían estado haciendo en un bar.
Con su hija debatiéndose entre la vida y la muerte, Carl Lee decide ir a la audiencia judicial de los dos hombres, donde se formalizarán los cargos y tras la finalización del trámite, decide que los va a matar. Ni corto ni perezoso, consigue una M-16, un arma ilegal que solía usar en Vietnam, recorre el juzgado para conocerlo bien y, en la siguiente audiencia, espera a los hombres y sin ninguna duda, los mata a tiros. Unos cuantos tiros. Es aquí donde entra Jake Brigance, un abogado joven y local, que decide representar a Carl Lee contra los cargos imputados por la fiscalía.
Jake debe enfrentarse al juicio de su vida, que toma una publicidad brutal a lo largo y ancho del sur estadounidense, que remueve viejas heridas, que revolotea el avispero del racismo y que lo obliga a hacerle frente al juicio en un condado blanco, lo que supone probablemente un jurado blanco y, desde ya, un juez y un fiscal blanco.
¿Por qué hago énfasis en los colores de piel? Porque esta novela está ambientada entre los ochenta y los noventa y aunque la segregación racial ya llevaba sus buenos veinte años abolida, todavía algunas costumbres seguían más vivas que nunca, sobre todo en las cabecitas de los supremacistas blancos. La aparición del Ku Klux Klan se hace obligatoria, sobre todo porque, según ellos, el negro tomó la justicia en sus manos y terminó matando a los blancos como perros y si lo permiten, los negros tomarán las armas y matarán a todos los blancos que conozcan. Y aunque, como es natural, eso es increíblemente disparatado, tiene sentido para el Klan que, si me lo permiten, sigue vivo y coleando y apoyó la candidatura de Trump. Es interesante notar que las tácticas de intimidación, para con Jake e incluso con el jurado son las usadas históricamente por el Klan y eso me gustó porque demuestra cierta linealidad en su accionar.
Está claro que el tema racial es muy fuerte en la novela, pero también hay un tema moral que se presenta con igual fuerza. Usted, lector; usted, jurado; usted, fiscal, ¿qué haría si alguien, cualquiera sea su color, solo por diversión violara, torturara y humillara a su hija? ¿Se podría quedar de brazos cruzados esperando una justicia lenta? ¿O desearía de forma visceral la muerte de esos hombres? ¿O haría ese deseo real? La forma en la que Grisham plantea estos dos trasfondos es interesante porque subyace durante toda la novela y la enriquece.
Más allá de la trama y yendo al estilo del autor, John Grisham es directo y simple, muy típico de él. Aunque puede entreverar el lenguaje judicial, los personajes se encargan de explicarlo a través de diálogos y todo fluye con mucha naturalidad. Sin embargo, he de decir que sin muchas vueltas, le sobran doscientas cincuenta páginas a este libro. No sé cómo será en otras ediciones, pero la mía tenía 640 páginas y no les voy a mentir, las primeras doscientas me costaron mucho, no solo porque leer sobre la violación de la pequeña Hailey fue duro, sino porque no pasaba gran cosa. Recién cuando el juicio va tomando forma, ya avanzadas unas cuantas páginas, el libro es difícil de soltar.
Me gustó mucho que ninguno de los personajes fuese un santo. Desde luego que Carl Lee no lo es, pero tampoco lo es Jake, ni los abogados que lo ayudan, ni el fiscal, ni el juez ni la multitud de periodistas, que tienen también sus propias ambiciones y que el lector descubrirá a lo largo de la lectura. Todos buscan sacar una buena tajada del juicio de la década.
A grandes rasgos, un thriller judicial propio de John Grisham, con personajes complejos y grises, una trama interesante que deja translucir cuotas importantes de racismo y moralidad, una imagen clara y bella de una típica ciudad sureña en un libro que le sobran con facilidad doscientas páginas. Tres estrellas de cinco para mí.
¡Ame el libro y la peli!
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Hola. Gracias por comentar.
Después de leer el libro quiero ver la peli completa y ver qué tan buena adaptación es.
Saludos
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Hola, Agus! Bueno, la verdad que este autor meh, nunca me interesó. Ahora, los temas sí me parecen muy interesantes, y es increíble que sigan siendo actuales… La cosa es que dudo que lo lea, sobre todo si le cuesta tanto arrancar.
Un beso!
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Sofi, no te perdés de nada. Creo que voy a darle una última oportunidad con El informe pelícano y si no funciona… Nos vimos, Grisham.
Gracias por comentar. ¡Abrazo!
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Hola Agus! Lo bueno es la perseverancia, jejeje… No he leído nada del autor como ya sabrás, pero si tanto cuestan sus historias capaz que espero a que encuentres una que te fascine así me aseguro de arrancar con el pie correcto 🙂 Un beso!
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Xime, le voy a dar una oportunidad más y si no logra atraparme, lo abandonaré por siempre. Creo que la cuarta será la vencida. O no.
Gracias por comentar. ¡Saludos!
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