Entre las cosas maravillosas que me dejó la Feria Internacional del Libro de Montevideo del año pasado está Don Winslow. Compré Salvajes sin mucha expectativa, aunque algo atrapada por la sinopsis, y lo cierto es que fue un descubrimiento tremendo. Por si no leyeron la reseña de este libro, se las dejo por acá.
Así que cuando tuve la oportunidad de volver a leerlo, no lo dudé mucho. Corrupción policial publicado en su idioma original en 2017 y distribuido en español por Océano a través del sello RBA este 2019, es un libro fantástico y ya les adelanto que me encantó. El protagonista de este libro y quien lo narra en primer persona es Denny Malone, un policía irlandés de la ciudad de Nueva York, un hombre condecorado por el Departamento de Policía, líder de «La Unidad» y el «rey de Manhattan Norte». Malone y sus hombre, los integrantes de un equipo de élite llamado «La Unidad» son los más inteligentes, los más rápidos, los más duros, los más valientes y los más malos, pero también son los más corruptos.
Don Winslow no adorna nada al principio de la novela, puesto que da cuenta casi de inmediato de la corrupción de «La Unidad», así que desde las primas páginas sabemos que no es una novela de buenos y malos, sino una novela de malos y peores. Además, la incorporación de un novato al equipo, un muchacho limpio y totalmente legal, los pone sobre-aviso, ¿les quieren imponer un soplón? De cualquier forma, le dejan las cosas claras en cuanto al modo de trabajar: la prioridad es arrestar y tener las calles limpias, sin importar el costo. Luego del arresto, la batata caliente pasa a otras manos y no importa demasiado si salen en libertad o se los condena, porque ellos hicieron el arresto y estadísticamente siguen siendo perfectos.
La entrada de Levin al equipo nos ayuda a entender cómo funciona aquello y, de nuevo, nos da cuenta de una novela policial poco común. No quiero decir mucho más sobre la trama porque, entre otros motivos es demasiado compleja para ponerla en palabras, pero sí deben saber que con su red de corrupción a punto de ver la luz, Malone se verá obligado a transitar por la delgada línea que separa la traición a todo lo que cree y su propia vida.
Los policías celebran cosas con sus compañeros. Nadie más entiende lo que festejas. Estar vivo.
Cazar a los malos.
Tener el mejor trabajo del mundo.
Estar vivo.
Este libro es una maravilla, no solo por el modo en que está escrito sino por la oscuridad que acecha en las páginas, así como la realidad que lo envuelve. La clave de este libro, y lo que le da encanto, es que nadie es del todo bueno y que, todos en menor o mayor medida, están corrompidos o, en cualquier caso, hacen la vista gorda a esta corrupción y eso siempre es interesante de leer.
Para empezar, notamos una jerarquía del crimen: maltratadores y violadores están en el orejón del tarro y ni paramédicos ni policías moverán un dedo para salvarlos en caso de estar en peligro. Los paramédicos no hicieron el juramento hipocrático y los policías los consideran poco más que personas, así que los dejan morir sin ningún remordimiento. La cara oculta de la ley en todo su esplendor.
Y luego está el racismo intrínseco que, no solo no lo preví, sino que me dejó impresionada. Uno sabe, ¿verdad? Ha visto películas y ha leído, pero ver el racismo, y en qué medida, en la policía fue bastante impactante. Sin embargo, lo curioso es que no solo está en la policía, sino también en las bandas supremacistas blancas que le venden armas a los negros con el deseo que se maten entre ellos o, incluso aún peor, en los políticos, que dejaron de ver a la comunidad negra como importante en cuanto a la intención de voto porque ahora son los hispanos los que tienen el voto decisivo. Los teje y maneje de las altas esferas políticas de este libro es super interesante.
¿Cómo cruza uno la línea? Paso a paso.
La droga, puntualmente la heroína, es casi un protagonista más de la novela. Malone y su unidad procuran limpiar las calles de semejante flagelo, no solo porque supone estropear los planes de los capos de la droga sino porque, y aquí viene lo interesante, es que el grupo tiene cierto sentido de protección sobre su jurisdicción, en tanto no quieren que la droga corra libre por sus calles. Por supuesto, esto no significa que, más allá de sus calles, pueda correr con libertad porque, después de todo, será el problema de otro. Además, en el caso de Malone, tiene una persona cercana con adicción y no puede evitar pensar en ella cuando hacen una redada y quitan droga de circulación porque, en último caso, es droga que no llegará a sus venas. Pero aún así, no tiene problema en robar un alijo de heroína y mantenerla escondida para venderla luego.
La doble moral está a la orden del día en esta novela. Malone y su equipo corren por una senda de decadencia moral brutal y, mucho más tarde, decadencia social, policial y personal. Lo curioso, o interesante o incluso maravilloso de parte del escritor, es que mientras Malone patina hacia el final, tiene una serie de excusas fantásticas. Se justifica, y de forma creyente, de lo que ha hecho y, sobre todo, porqué lo ha hecho. Está convencido del peso de sus argumentos, lo cual lo hace un personaje complejo y super interesante, a la par de oscuro y desagradable. Si hay traficantes, mafiosos y, también hay que decirlo, abogados, fiscales y jueces que se llevan una porción de la torta en concepto de fraudes, sobornos y engaños, ¿por qué no nosotros? ¿Por qué los policías, nacidos en familias trabajadoras y con la intención de ver crecer a sus hijos y enviarlos a la universidad, no pueden llevarse también un trozo de la torta?
Los gilipollas de la Asociación Nacional del Rifle te dirán que «no matan las armas, sino las personas». Sí, piensa Malone, las personas que van armadas.
Ellos esgrimen la Segunda Enmienda y los derechos individuales, pero es una cuestión de dinero. Los fabricantes de armas, que suponen el grueso de la financiación de la ANR quieren vender armas y ganar pasta. Fin de la puta historia.
En cuanto al modo de escribirlo, ¿qué decirles? Todos son adjetivos calificativos muy buenos, pero dejen que me explaye un poco más. Para empezar, pensé que iba a ser parecido a Salvajes y aunque comparte algunas cosas, como la complicada moral de los personajes o incluso el modo cinematográfico en el que está escrito, lo cierto es que es un libro mucho más adictivo. De forma permanente, Don Winslow juega con el lector dando giros argumentales que nadie previó, sorprendiendo con actitudes malas en personajes que parecían buenos o, incluso, con la caída de las máscaras que todos llevan puestas.
El estilo es vertiginoso, decadente, ágil y el lector no puede parar de leer, no solo porque las palabras te empujan sino porque uno quiere saber qué pasará con Malone y su banda. Este punto es curioso porque, si bien uno sabe que son personajes cuanto menos cuestionables, de cierta forma es inevitable querer que triunfen, que le hagan jaque a la política y los altos cargos policiales, engañando a su paso a las bandas y a la mafia, lo cual es tremendo desde el punto de vista moral, pero es maravilloso desde la literatura, porque en autor logró que el lector hiciera cierto acercamiento a su protagonista. En ese sentido, me hizo acordar un poco a La casa de papel.
Más allá del estilo, que por momentos me hizo acordar a El hielo negro o Historia de un canalla, es una novela que despierta emociones de forma permanente: indignación, incredulidad, rabia, lástima, pero también empatía. Es una historia de la realidad, en tanto se retrata lo malo, lo peor y la humanidad que encierra cada opción, mezclada con una doble moral bien construida y bien justificada lo que, de nuevo, lleva a la indignación y demás.
Corrupción policial es un libro cien por cien recomendado y, desde luego, no será el último libro que leeré de Don Winslow. Una novela que retrata la doble moral, la codicia y la maldad en el horizonte de Nueva York que, curiosamente, queda oculto por las nubes de una brutal corrupción estructural. Cinco estrellas de cinco.
Punto aparte las dos páginas iniciales en las que el autor nombra a todos los policías asesinados en el correr de la construcción de esa novela. Piel erizada.
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