Este autor no es un descubrimiento, puesto que leí Salvajes el año pasado pero sí es verdad que me volví a encontrar con él este año y tras leer Corrupción policial, me quedó claro que sería un autor recurrente en mis lecturas porque de veras su estilo, el modo vertiginoso de narrar y la corrupción de sus personajes me parecen brillantes. Así que empecé a leer El cártel y ustedes me dirán, pero muchacha, no es ese el libro que vas a reseñar y ciertamente tendrían razón. Lo que sucedió es que, a pocas páginas de empezar el libro fui a agregarlo a Goodreads y descubrí, para mi sorpresa, que se trataba de un segundo libro así que lo dejé descansando y me fui a leer el primero y aquí estamos con El poder del perro.
Publicado en el 2005 se trata, tal y como Don Winslow nos tiene acostumbrados, de un libro lleno de horror, atrocidades cometidas para defender la familia o el negocio y mucha droga y sangre. El prólogo, ubicado en 1997, no presenta una escena sangrienta y horrible en donde conocemos a Art Keller que, impactado por lo que sus ojos le regalan, se siente muy culpable porque, de una forma u otra, él provocó aquella matanza. Y entonces, sin saber muy bien qué fue lo que pasó allí, nos retrotraemos hacia la década de los 70.
El gobierno de Estados Unidos emprende una lucha sin descanso contra el narcotráfico procedente de México. Art Keller, por entonces un joven agente de la DEA (y ex veterano de Vietnam) es destinado en México, en donde se desarrolla una operación coordinada con los Federales para quemar los campos de amapola, planta a partir de la cual se fabrica la heroína. Hecho el trabajo, el gobierno estadounidense da por muerto el narcotráfico procedente de México, pero Art comienza a averiguar y atando cabos descubre que, si bien México ya no produce la droga, sí que la pasa por la frontera y la distribuye en Estados Unidos.
¿No sabes qué es? No, los norteamericanos nunca saben nada. No solo las drogas que compráis están empapadas en sangre. También vuestro petróleo, vuestro café, vuestra seguridad. La única diferencia entre tú y yo es que yo reconozco lo que hago.
A partir de ese descubrimiento, que la DEA y el propio gobierno de Estados Unidos niega terminantemente, Art emprende una cruzada para derrotar la Federación, un cártel renovado y con una estructura sofisticada y bien engrasada. Una lucha que atraviesa tres décadas y que no solo lo obsesiona sino le quita todo lo que realmente le importa.
Es impresionante cómo Winslow retrata el narcotráfico y fue una de las cosas que más me gustó. Todo lo controlan, a partir de sobornos a policías, agentes y federales e incluso altos políticos o a través de una violencia desmedida, que implica torturas, perversiones y un sufrimiento difícil de digerir. Sin embargo, más allá del entramado y la trama de la droga que plantea el libro, también se mete la política. Dice sin medias tintas y sin amagues que el gobierno de Reagan dio el visto bueno a la CIA para aliarse con los narcotraficantes latinoamericanos a cambios de ayuda para combatir a los sandinistas de Nicaragua. No hay que olvidar que estamos en plena Guerra Fría y que, precisamente, el gobierno de Reagan reactivó la presión y la preocupación ante la aparición de otro país comunista en su patio trasero era tan grande que, al parecer, se hicieron muchas transgresiones.
En otras ocasiones se menciona que el asesinato de Luis Donaldo Colosio, candidato a la Presidencia de México por el Partido Revolucionario Institucional en 1994 tuvo participación del cártel. En otras partes se habla incluso de la Escuela de las Américas, la guerrilla en Colombia y el modo en que Pablo Escobar por derrotado porque el cártel de Cali lo vendió antes las autoridades pretendiendo absorber su producción. De verdad, fue una sorpresa grata, y también algo impactante, descubrir que el libro, que yo pensaba que sería meramente de narcotráfico, estaba travesado por el mundo de la política. Eso me gustó muchísimo y se me hizo mucho más verdadero.
Conoces el viejo proverbio árabe: en cuanto el camello mete la nariz dentro de la tienda, el camello está dentro de la tienda. Nicaragua está ahí abajo, la nariz del camello comunista en la tienda del istmo de Centroamérica…
La trama es constantemente tensa porque si bien Art tiene el apoyo de un puñado de agentes, nunca sabe en quién confiar porque la CIA oculta sus propios muertos, no sabe quién está comprado por el cártel y definitivamente no puede confiar en los mexicanos. Por momentos se vuelve una lucha entre Art por un lado y todo el mundo por el otro. Lo curioso es que, en esa división del mundo, al principio está claro quiénes son los buenos y los malos y también Art lo tiene claro, pero conforme más avanza y más cruento se pone el asunto, más transgresiones hace y más compromete su moral, por lo que la línea se desdibuja con facilidad.
Debo aclarar que al principio estaba un poco confusa porque si bien parecía claro que la lucha de Art contra las drogas era la trama principal, aparecieron un puñado de personajes que no tenía mucha idea cómo se relacionaban entre sí, pero conforme seguía leyendo, las tramas comenzaron a unirse, todas enredadas entre sí, logrando un paquete extraordinario y recomendable al cien por cien, por su complejidad, lo real que parece y por el compromiso al narrar y hacer notar al lector todas las fallas que la realidad oculta en la ficción.
Adán no interviene en ninguno de los asuntos sucios. Es un hombre de negocios. Tiene un negocio de importación/exportación. Exporta drogas, importa dinero.
La lucha contra la familia Barrera, primero contra Tío Miguel Ángel y luego contra sus sobrinos Adán y Raúl es, como les decía, lo que vertebra la novela, pero a partir de allí se ramificar y se entremezclan una cantidad de subtramas tremendas. Desde la mafia italiana en Nueva York, la relación entre ellos y un joven Sean Callan de Hell´s Kitchen que se hizo con el poder asesinando al anterior «dueño» pero que luego tiene que huir y termina siendo entrenado en la selva colombiana, hasta el agente de la CIA Hobbs y Scacchi o la prostituta Nora Hyden, que no sabemos muy bien cuál es su papel hasta el final. Las relaciones entre tantos personajes son brutales de establecer y a las claras está que la pluma de Winslow, y también su cabeza, son proverbiales como para generar una trama tan compleja y a la vez tan verosímil.
Es probable que, entre todos los personajes regados que tiene este libro, el que más me haya gustado haya sido Juan Parada, el arzobispo de México. Su aparición, su vocación y sus ganas de hacer las cosas bien me conmovieron, pero también me llamó la atención lo cercana que era la relación entre los narcos y la Iglesia, que se basaba en millonarias donaciones y, también cómo la Iglesia quería congraciarse con un Estado mexicano que los había expulsado desde la Revolución de 1911.
Después, todo es cuestión de encontrar una forma de vivir de una manera decente en un mundo indecente.
También debo decir que, producto de esa miríada de personajes, la lectura se me hizo un poco lenta al principio y no supe bien de qué iba todo el asunto, pero conforme avanzaba, presa del estilo tan marcado del autor, el cachetazo fue fulminante. Es muy difícil que esta novela no golpee la consciencia del lector, no solo porque hay asesinatos, torturas, odio y vejaciones tan bajas y horrendas que parece difícil creer que son producto de la imaginación del autor, sino porque la moral está involucrada en todo momento. Es una de las cosas que más me gusta de esta autor, que trabaja con personajes complejos y sumamente grises.
El capítulo dedicado al terremoto de la Ciudad de México de 1985 me pareció brillante y me erizó al leer. Si bien entendiendo que el acontecimiento no tenía porqué incluirse celebro que lo haya hecho porque le da nombres a todas esas personas que fallecieron entonces y hace real una catástrofe tan impensada en estas latitudes.
Otra de las cosas que más me gustaron y más disfruté es que, difícilmente se pueda encasillar esta novela en un género. De buenas a primeras diría que se trata de un policial, pero parece claro que hay una mezcla difícil de ignorar con la novela histórica. De cualquier modo, sea el género que sea, se trata de una novela brillante que deja un mal sabor de boca porque la desazón es mucha.
Una de las cosas que más rescato es que, a pesar del horror, el dolor, el odio y la muerte, hay lugar para el amor y se trata de un amor apasionado y puro. El mensaje es bonito, no voy a negarlo. El amor florece en los líderes que ordenan torturas y muertes, pero también en las manos que empuñan las armas y matan, o incluso en el amor y la devoción con la que se acaricia a una hija. Ese juego permanente entre el odio y el amor lo hace todo mucho más real.
Una novela ampliamente recomendable, llena de horror, odio, torturas y muertes, pero también de conspiraciones propias de las agencias de inteligencia y operaciones propias de la Guerra Fría. Con un estilo vertiginosos, cinematográfico y tan real y sincero que parece que uno está participando como testigo de cada acontecimiento. Cuatro estrellas de cinco para mí solo porque se me hizo un poco lento al principio y un pelín largo.
Hola, bella. Me queda claro por qué es un buen libro, pero tras leer tu reseña (excelente, como siempre), dudo que se trate de un libro para mí… Al menos en este momento.
Un besote ♥
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Sí, creo que por el nivel de violencia que tiene no es un libro para todo el mundo. En lo personal me estoy haciendo fan de este hombre.
Gracias por leer y comentar.
Abrazo
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