¡Qué libro! Tami del blog Si los libros no importan no paró de recomendármelo y no se cansó de insistir, así que me convencí que alguna razón debía haber detrás de tanta insistencia, así que me decidí a leerlo.
Empecemos por el principio que, en este caso, es la autora. Helene Hanff es una escritora estadounidense, ya fallecida, que fue catapultada a la fama con este libro. Durante la década de 1940 y 1950 fue guionista de obras de teatro que tuvieron relativo éxito en la Costa Este de Estados Unidos y luego pasó a ser una guionista destacada de series dramáticas de televisión, pero cuando la productora se mudó a California, Helene se dedicó a la publicación en revistas, decidida a no dejar la Costa Este.
A mí me encantan las inscripciones en las guardas y las notas en los márgenes: me gusta el sentimiento de camaradería que suscita el volver páginas que algún otro ha pasado antes, así como leer los pasajes acerca de los que otro, fallecido tal vez hace mucho, llama mi atención.
A partir de 1949, decidida a aprender y suplir los años de estudio que jamás pudo cursar, Helene se empezó a cartear con un librero inglés tras la búsqueda decepcionante en las librerías estadounidenses. Esa primera carta, que data del 5 de octubre, fue la primera de una correspondencia que se prolongó durante veinte años.
En 1969 Helene cree que esa correspondencia, que todavía conserva, podría ser un buen material para escribir un artículo en una revista, pero la totalidad de las cartas hacía del texto algo demasiado largo para un artículo. Al parecer, les da las cartas a un amigo que, en lugar de releerlas y darle una mano con el resumen, se las envía a un editor. Poco después, 84, Charing Cross Road se convierte en un éxito y Helen consigue el éxito que venía persiguiendo durante toda una vida.
Personalmente creo que no hay nada menos sacrosanto que un mal libro e incluso un libro mediocre.
¿Cuál es la relación que tienen con su librero? ¿Tienen uno de confianza o van por libre en la librería? Yo tengo librerías y libreros de confianza y este libro me hizo acordar mucho a la relación que se entabla en esos espacios. Helene pide recomendaciones y Frank Doel se las manda, convencido que les va a gustar. Helene se queja de las ediciones, de las traducciones de un modo tan verdadero, auténtico y con el que un lector avanzado puede identificarse con mucha facilidad.
Los libros, y por supuesto que también la correspondencia, funcionan como puente firme entre dos personas separadas por un océano y me conmovió. Es un libro sobre los libros, lo que ellos generan en el lector y la relación entre un librero y un cliente y es maravilloso. Es de esos libros que se quedan, se estancan con uno y, definitivamente, es un mimo al corazón lector, lo caliente y le llega a uno en lo más profundo porque involucra la pasión por los libros.
¿Tienes el Viaje a América de De Tocqueville? Alguien tomó prestado el mío, y no me lo ha devuelto. ¿Por qué será que personas a las que jamás se les pasaría por la imaginación robar nada encuentran perfectamente lícito robar libros?
Me fascinó cómo esa relación se establece, se consolida y se estrecha. Veinte años es mucho tiempo y cada carta da cuenta de una evolución, así sea en las vidas profesionales de los corresponsales (que no siempre son Helene y Frank, porque a veces aparecen cartas de su esposa o incluso otros empleados de la librería) como de sus vidas privadas. Me encantó y me emocionó a partes iguales ver cómo los libros unen a estas dos personas.
El intercambio es fascinante desde todo punto de vista: desde los libros que mencionan y las manías propias de cada lector, hasta los regalos que Helene manda a Londres y que son recibidos con tanta alegría porque suponen una buena cena en medio de un racionamiento pos guerra hasta el humor, que me arrancó más de una carcajada. De verdad, corran a leer este libro si están enamorados de la lectura. Recomendado al cien por cien y, por supuesto, un libro de cinco estrellas para mí.
Entré a la reseña porque me llamó la atención el título del libro, y ahora quiero leerlo
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Si, el título es la dirección de la librería a la que Helene enviaba las cartas. Al parecer, y según lo que dice el prólogo, cuando ella pudo finalmente visitar Londres la librería ya había cerrado. Hermoso libro y muy muy recomendado
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Cuando lo compré, el librero del bien, me dijo que ese era uno de los mejores libros escritos sobre su oficio. Yo lo extendería a los lectores, porque como decís, es la relación entre lector-libro-librero lo que lo hace tan especial.
Es un mimo, me encantó leerlo y creo que es de esos libros para tener a mano y releer los subrayados.
Ah! Es una pena que la inmediatez haya asesinado la costumbre de escribir cartas, es tan hermoso leer esa correspondencia.
Besote
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