Ella, la única, la dama y señora de mi corazón. La autora descubrimiento del 2019 y una de mis escritoras favoritas de todos los tiempos. Diana Gabaldon llega con el cuarto libro de la saga de Claire Randall y llega para sacudir, si soy honesta. Si quieren subirse al tren Gabaldon y formar parte de la secta en su honor, hay varias reseñas en el blog sobre sus libros: Forastera, Atrapada en el tiempo, Viajera y Lord John y un asunto privado.
Una de las cosas que más me gustan y sorprenden de Diana Gabaldon es que cada libro tiene una impronta muy particular que lo hace único en la saga. Si en los libros anteriores las intrigas políticas, el inminente alzamiento jacobita y una travesía por el océano acaparaban la acción, en este cuarto libro lo central no es la acción en sí misma sino los personajes y las relaciones que establecen entre ellos. Este libro es, en última instancia, un drama familiar y en mi opinión eso lo convierte en uno de los mejores libros.
Por descontado, esta reseña contendrá spoilers de libros anteriores porque es un poco difícil mantener la boca cerrada. Así que… Claire, Jamie y los suyos están ahora en las colonias inglesas en Norteamérica buscando una nueva vida y viendo cómo gestionarse en tierras desconocidas. Por otro lado, Brianna, en el siglo XX, no consigue reencausar su vida tras la partida de su madre y, además, encuentra un recorte de un periódico del siglo XVIII que involucra de primera mano a su madre y al padre que nunca ha conocido, lo que la lleva a tomar una decisión. Roger, el historiador, por su lado, enamorado de Brianna y sin encajar todas las idas y venidas en su relación, se arriesga por amor y decide perseguirla a través del tiempo.
Parece claro que este es un libro bisagra en la trama de la pareja. Atrás ha quedado Escocia, el alzamiento y sus consecuencias, incluso atrás ha quedado Lallyborch y la familia Fraser. Ahora el mundo se abre a una nueva aventura y, reunidos por fin y sin correr grandes peligros, Claire y Jamie deciden instalarse en las colonias pero deben tomar una decisión: aceptar la oferta de Yocasta Mackenzie, la tía de Jamie, y quedarse en la hacienda como herederos o aceptar la oferta del gobernador de Carolina del Norte e instalarse en las tierras vírgenes cercanas a la frontera.
—Eso es la primera ley de la termodinámica —dije secándome la nariz.
—No —respondió-— Eso es fe.
La primera parte del libro va sobre esa decisión y no voy a negar que se me hizo un poco cuesta arriba. La estancia de los Fraser en la hacienda de Yocasta desencadena varias situaciones que me pusieron los pelos de punta, no solo a mi sino también a Claire, por lo que la decisión, luego de una situación algo particular, parece muy obvia. Más allá de eso, disfruté tremendamente de la astucia y la manipulación de un Mackenzie que, si soy honesta, extrañaba un poco. Yocasta no tiene nada que envidiarle a Colum y Dougal. Pero repito, la primera parte se me hizo tediosa porque había cantidad de descripciones, escenas enteras que no aportaban a la trama pero que, en realidad, contribuían a establecer las relaciones entre los personajes e incluso entre los personajes y ese nuevo ámbito en el que se encontraban.
Aunque esta primera parte, como les digo, se me hizo un poco cuesta arriba, me mantuve leyendo porque, para ser honesta, lo que sucedía con Brianna y Roger en el siglo XX era lo que me interesaba. Su periplo es muy interesante y debo agregar que las escenas de Brianna en Lollybroch me sacaron más que una sonrisa. Se extraña a los Fraser de Escocia, así que fue lindo volver a leer sobre ellos. Me encanta la valentía y el arrojo de Brianna de embarcarse en una empresa que, a todas luces, es peligrosa y desconocida, pero ella lo hace convencida y con mucha firmeza. Roger, por su lado, vive su propia aventura para encontrarla, tolerando a un pirata bastante particular y unos métodos algo extremos que no comparte. La pregunta aquí es, ¿Brianna y Roger podrán construir una relación en el siglo XVIII o preferirán volver al siglo XX para construir una vida juntos con todas las comodidades?
Solo decir que el encuentro entre Brianna y Jamie me arrancó unas cuantas lágrimas.
Como les dije antes, se trata de un drama familiar, lo que no significa que el elemento histórico quede en un segundo plano, porque Diana Gabaldon nos hace saber con bastante claridad que el ambiente revolucionario ya comienza a sentirse y que, en definitiva, la Independencia de Estados Unidos está a la vuelta de la esquina. Incluso deja caer algunas de las leyes inglesas que generaron más polémica en Norteamérica y para quien sabe algo de Historia, las pistas fueron obvias. Además de eso, que parece ser el contexto en que se desarrolla este libro, hay pequeños detalles propios de la época que se me hicieron muy interesantes: la penosa e inhumana situación en la que viven los esclavos en las plantaciones de tabaco, las dificultades que deben enfrentar las tribus indígenas y las relaciones que mantienen con los colonos ingleses que, a la larga, contribuirán a su desaparición.
Ojalá pudiera decirles más, pero no quiero hacerles demasiado spoiler, pero sí necesito decirles que este libro está plagado de amor, romance y maternidad, lo cual fue sorprendente. Sobre todo la maternidad se aborda desde una perspectiva hermosa y real: desde el miedo por un embarazo no deseado, hasta el dolor de ver sufrir a una hija y tratar de solucionar sus conflictos. Incluso se aborda también el aborto y aunque Claire nunca comulgó con ello, está dispuesta a hacerlo porque entiende qué la maternidad es suficientemente complicada para vivirla sin desearlo. Esas páginas fueron un golpe al estómago continuo. Está tratado todo con mucha suavidad, desde el punto de vista del estilo, pero con mucha profundidad en cuanto a cómo lo aborda. De verdad, una maravilla.
Había hecho un juramento, pero Hipócrates no era cirujano, ni mujer, ni madre.
Aunque ya muerto, la figura de Frank Randall está presente en cada página porque Brianna debe construir una relación con Jamie siempre con el fantasma de su padre detrás y el escocés es consciente de eso, por lo que a veces es complicado también para él, sobre todo porque padre e hija son muy parecidos y chocan muchas veces por diferencias históricas. Jamie a veces no entiende que Brianna es independiente, que puede tomar sus propias decisiones y que no necesita un hombre a su lado, pero para él el honor es tan esencial que es difícil comprenderla y autorizar esa situación. Un hombre escocés del siglo XVIII con todas las letras.
Asimismo, el fantasma de Frank ronda también en la relación entre Claire y Jamie. En el libro anterior, producto de toda la acción desarrollada, quedaron muchas preguntas pendientes y recién ahora en la tranquilidad del Cerro de Fraser se formulan. Jamie entiende, por fin, que por más que Claire vivió veinte años con Frank, fueron años solitarios, fríos y dolorosos. Incluso Claire tiene que hacer las pases con esa vida que dejó atrás y perdonar a Frank y perdonarse a sí misma por no amarlo como se merecía.
A pesar del amor, el romance, la maternidad, el honor y el perdón, palabras con las que se puede describir este libro sin problema, no hay que olvidar que se trata del siglo XVIII, así que hay mucha violencia, sobre todo de la mano de las tribus indígenas y, también hay que decirlo, de parte de los hombres sean ellos indígenas o no. No quiero explayarme en este tema, pero la violencia estructural machista está más que presente en este libro y, si soy sincera, fue un golpe tremendo por lo inesperado y lo brutal.
Mención especial a la aparición de Lord John y Willie. Por su parte, Lord John, que siempre es tan impecable y honorable se transformó en uno de mis personajes favoritos y ojalá tenga su final feliz. Fue hermoso de leer el reencuentro entre Willie y Jamie y todo lo que eso supuso para todos.
Esta novela está plagada de familia y es precioso leer las relaciones que establecen entre ellos durante la cotidianidad, cómo dos tiempos históricos y dos formas de pensar se mezclan para dar lugar a una familia amorosa y leal. El final de esta novela fue un baldazo de agua fría, doloroso pero a la vez tan hermoso que me hizo lagrimear. Cinco estrellas de cinco para esta mujer que me hace sentir de todo con cada libro. Bendita seas, Diana.
Un día, te juro, un día voy a hacerme el tiempo de leer toda la saga.
Gracias por tus reseñas siempre tan completas e intensas ♥
Besitos!
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Intensa yo? Ansío el momento que el mundo se contagie y arranque a leer a Diana
Gracias por leer.
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