Diana Gabaldon – La cruz ardiente

Sí, por supuesto que sí. ¿Por qué? Bueno, en primer lugar porque puedo y no me genera conflicto subir dos reseñas consecutivas del mismo autor y, en segundo lugar, porque fue el primer libro que leí en el año. Y en tercer lugar, sí, agrego un tercero, es que no puedo evitarlo porque está mujer es increíble y creo honestamente que no tiene demasiado crédito. Recuerden que siempre pueden subirse al tren Gabaldon y formar parte de la secta en su honor.

La cruz ardiente es la quinta entrega de la saga Claire Randall y a continuación pueden acceder a las cuatro reseñas anteriores, por si les pica la curiosidad: ForasteraAtrapada en el tiempoViajera y Tambores de otoño. Si empecé este libro inmediatamente después de terminar el anterior fue porque, honestamente, no pude evitarlo. Me urgía saber cómo continuaba la historia porque llegado a este punto, digámoslo todo, estoy toda tomada.

Si tengo que definir con pocas palabras este libro, sin muchas prisas diría que va sobre la venganza y los aires de revolución. A ver si logro explicarme un poco. El foco está en la vida cotidiana de los habitantes del Cerro de Fraser, lo cual quiere decir sobrevivir a un ambiente algo hostil que no da mucho alimento y que siempre amenaza con acabar con ellos, así sea por el invierno o la propia hostilidad del medio. Sin embargo, la vida cotidiana también va sobre sus relaciones interpersonales, algo que ya se aborda en el libro anterior y de manera suprema.

La vida cotidiana también supone el amor que se profesan las dos parejas: Claire y Jamie y Brianna, la hija del matrimonio, con su flagante esposo Roger. Sucede algo bien particular en este libro y es que vemos cómo se complejizan sus relaciones, y ojo con esto, no quiero decir que se hacen más problemáticas sino más profundas, verdaderas, íntimas. Claire y Jamie aún se enfrentan a la separación que tuvieron y las posibilidades que eso les quitó, como tener otros hijos: de nuevo, la maternidad está muy presente aquí (tanto que pensé que Claire quedaría embarazada). En cuanto a la novel pareja, si bien se profesan un bello amor, aunque nada comparado con la pareja central, lo cierto es que siempre hay un eco sordo que los envuelve: ¿es realmente Jem el hijo de Roger?

Llegado a este punto podrán preguntarme por qué si es un libro sobre la vida cotidiana en el bosque de Carolina del Norte del siglo XVIII es también un libro sobre venganza y aires de revolución. La respuesta es tan simple como hacerles saber que no son cosas excluyentes, porque la revolución se comienza a respirar con fuerza y Jamie Fraser, siendo el escocés honorable que es, siempre buscará venganza.

La revolución de las colonias inglesas está a la vuelta de la esquina y todos los saben, lo cual genera muchos conflictos, porque Jamie es obligado por el gobernador a encabezar una milicia para luchar contra los reguladores y, aunque sabe que a la larga estará en el equipo perdedor y probablemente eso signifique perder sus tierras, también sabe que no puede desoír el llamado del gobernador. De nuevo, la política muy instalada en la trama, cosa que en lo personal agradezco.

La venganza es, mucho más que la pronta revolución, un sentimiento que subyace durante toda la lectura. Su hija ha sido mancillada, vilmente violada y Jamie Fraser quiere venganza, de modo que tira sus redes y extiende sus tentáculos para saber dónde se encuentra el hombre en cuestión, buscarlo y poder así efectuar la venganza que tanto lo carcome y le nubla el juicio, de la mano de su yerno Roger que también está personalmente interesado por obvios motivos.

Más allá de esto, que pareciera ser muy masculino con tanta testosterona en el aire, creo que es un libro increíblemente femenino porque, como siempre, el peso de Claire es magnífico y la realidad es que sin ella todo se desmoronaría. Me maravillaba leer cómo se las rebuscaba para llevar la medicina del siglo XX doscientos años atrás, lo cual naturalmente requería todo su ingenio y una inteligencia por demás prodigiosa. De verdad, disfruté mucho cómo cultivó penicilina, estudió la sangre y tejidos con su rudimentario microscopio y cómo operaba con instrumentos primitivos a la par que luchaba contra la falta de higiene de sus pacientes. Nota a señalar: aunque Gabaldon lo hace verosímil, lo cierto es que no sé hasta qué punto Claire podría lograr tantos resultados con las posibilidades con las que cuenta, pero como soy una creyente, lo ignoro por mi propio bien.

En cuanto a Brianna… aunque a veces es el personaje con el que menos conecto también es cierto que es sus conflictos se me hacen verdaderos porque tiene algunos problemas bastante interesantes con la maternidad. Desea tener otro hijo, más que nada para tener un hijo que sea de Roger con seguridad, pero a la vez no quiere tenerlo porque teme morir al dar a luz. La posibilidad de volver al siglo XX también la aterra porque no puede hacerlo sin su hijo.

He dicho antes, y con antes me refiero a otras reseñas, que me sorprende para bien la versatilidad de Gabaldon y el modo que puede cambiar el talante de la trama de una novela a otra y en esta novela me sorprende más, porque de pronto venía normalita y ZAS despliega toda una trama de intriga algo jacobita que me dejó patidifusa y que disfruté cantidad. Y luego vuelve a cambiar y a adoptar la normalidad de la vida cotidiana y de pronto vuelve a cambiar aprotándole una cuota de acción muy interesante. En ese sentido, La cruz ardiente es una montaña rusa.

Aunque como pueden imaginar el libro me encantó, también es real comentarles que al principio se me hizo algo cuesta arriba sobre todo cuando no sabía muy bien a dónde iba todo aquello y la cuestión no arrancaba. Un poco parecido a lo que me pasó con Tambores de otoño, en realidad. Aún así, no me quejo porque, y acá voy a ser un poco cursi, cuando llegué a la cima de la cuesta la vista se me hizo maravillosa.

Las descripciones son increíbles, el modo en que entreteje los acontecimientos, pone en palabras sentimientos muy complicados y le sigue dando vida y aristas a sus personajes es, cuanto menos, admirable. De verdad, estoy gratamente sorprendida de este libro porque la saga sigue dando de sí y, si me lo preguntan, no hace más que mejorar. Cinco estrellas de cinco solo porque no puede ponerle ciento veinte.

Me urge leer el sexto libro.

 

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