Una de las cosas que más disfruto del Club de lectura A quemarropa es descubrir escritores nacionales. Aunque, a diferencia de Burel, a Gonzalo Cammarota sí lo conocía. Aunque nunca seguí demasiado «Justicia infinita», su programa de radio, sí escucho La Bajada todos los años y recuerdo con mucho cariño un programa que tenía en Canal 10 que se llamaba La culpa es nuestra, pero no sabía que escribía. Mejor dicho sí lo sabía porque me había encontrado con sus libros en diferentes librerías a lo largo de los años, pero siempre pensé que escribía ensayos, así que fue una sorpresa descubrir que, en realidad, aquellos libros eran novela negra.
De entrada, quiero subrayar que se nota que a él le gusta la novela negra, se nota en su escritura que es un gran lector del género, no solo por el estilo sino también por cómo entrelaza la trama. Por si no lo sabían, Cammarota también reseña libros en su Instagram y los invito a pasar porque he descubierto grandes autores gracias a sus recomendaciones.
Publicada en el 2014 En carnaval todo se sabe es su primera novela, pero no así su primer libro porque en el 2009 había publicado Manual del perfecto votante. El libro que vengo a reseñarles hoy es, en realidad, el primero de una trilogía. Vamos a ver, aunque en realidad cada caso es único y culmina en cada libro, por lo que se puede leer de forma individual y en cualquier orden, el protagonista es el mismo y, aunque no leí los otros dos, entiendo que debe haber una suerte de continuación en el desarrollo del personaje. En el Club decidimos que esta iba a ser nuestra lectura, precisamente, porque es el punto de partida del personaje principal.
Francisco Perrone es un detective de Homicidios de la Jefatura de Policía de Montevideo y ya desde ese premisa se me hizo interesante porque nunca había leído una investigación policial que tuviera a mi ciudad natal como escenario. Perrone está pasando por un momento algo particular de su vida: separado de su esposa que le pone constante palos en la rueda y con una relación algo extraña con su propio hijo con el que no termina de conectar, vive con su madre y mantiene una relación conflictiva con una mujer más joven que él que le da más dolores da cabeza que satisfacciones. Sin embargo, a pesar del caos que es un vida personal, el bueno de Francisco mantiene una relación sana, coherente y sostenida con la bebida.
Hizo como tantos criminales que había interrogado, que al ser descubiertos se sienten liberados porque ya no pueden cargar más con la culpa y la mentira.
El día del desfile de Carnaval, fines de enero y con treinta y cuatro grados a la sombra, Perrone es convocado por su jefe a un club de barrio porque Furnía, el conocido dueño de parodistas Los Platinos, fue asesinado. Desconociendo por completo el mundo del carnaval, se meterá de lleno junto con su compañero y amigo Julio Hermida en la investigación para dar con su asesino.
Se trata de un caso de alta categoría, no solo porque Furnía era una figura muy conocida en el carnaval y por tanto la prensa acorrala sino también porque, con su asesinato, el desfile de carnaval y por tanto el concurso oficial son postergados y la Intendencia de Montevideo presiona a la Jefatura para que resuelvan todo con prontitud para volver a la rutina carnavalesca. El jefe de Perrone recibe presiones de todos lados que traslada a sus subordinados sin ningún reparo, por lo que nuestro protagonista y su compañero se sienten urgidos por resolver todo el asunto cuanto antes.
¿Lo curioso? Furnía, aunque conocido por todos, también era odiado por todos. Se trataba de una persona mezquina, vengativa y mala leche que tenía enemigos por doquier en el ambiente del carnaval, por lo que los sospechosos pueden ser muchos y eso complica la investigación.
No quiero contarles mucho más de la trama porque la gracia es que ustedes la descubran por sí mismos, pero sí debo decirles que este libro da cuenta de un conocimiento al dedillo de la ciudad de Montevideo, sus clubes y sus bares. Perrone y Hermida recorren varios clubes de barrio donde están ensayando carnaval y todos responden al patrón tradicional: percheros lleno de trajes coloridos, escenografía en medio de la cancha, utilería por doquier, equipos de sonido y la clásica cantina que, en ocasiones, es oscura y truculenta. Y dado su problema con el alcohol, nuestro protagonista recorre bares e incluso identifica cuál está más cerca del punto de la ciudad en la que se encuentra. En muchas ocasiones se trata de bares muy conocidos, como el Ponte Vecchio, pero otros escondidos que yo no conocía y que gracias al ímpetu de Perrone quiero conocer.
Descubrí en este libro un autor que nada tiene que envidiarle a las novelas negras más reconocidas. Sí, es verdad que, en última instancia, Perrone no es más que el típico detective desviado, alcohólico y con problemas con la autoridad, pero Cammarota logra, primero que nada, hacerlo muy cercano por insertarlo en Montevideo pero también que ese personaje tan conocido sea propio por el estilo que tiene. Creo que es un libro bien escrito, y acá de nuevo vuelvo a que se me hace obvio que él es un gran lector, por el modo que tiene de describir, ahondar en los personajes y, sobre todo, darle voz propia a cada uno de ellos.
No recordaba a qué hora se había acostado ni cómo llegó, de hecho no recordaba casa nada.
Si hay algo que es palpable es que es una ficción muy visual, o al menos me lo parece a mi , porque por la forma en la que estaba narrado se me figuró como una obra de teatro. En este sentido, me hizo acordar mucho a Michael Connelly por la forma de narrar. Cammarota se deshace en descripciones sobre los barrios de la ciudad e incluso a veces desliza detalles históricos que, en lo personal, disfruté porque reconocía la ciudad y en general disfruto de esas cosas pero entiendo que puede resultar útil para un lector extranjero o del interior del país o que, incluso, puede resultar un poco engorroso. Yo lo disfruté mucho, pero por mero gusto personal.
Me gustó mucho lo real que se me hizo cada personaje, no solo porque cada uno tiene su propia voz (hay un sospechoso que no hace más que comerse las eses y hablar muy golpeado, por ejemplo) sino también por, y no quiero que suene feo, parecen policías con todos los prejuicios que solemos tener. Voy puntualmente a lo machistas que son, en especial el propio Perrone y aunque desde luego no comparto, se me hizo muy verosímil y muy coherente la forma que lo sostiene durante toda la novela.
Es una novela cargada de humor, sobre todo de la mano de Perrone, y aunque a veces tiene expresiones típicamente uruguayas que me hicieron reír también es cierto que hay cantidad de chistes fáciles y propio de los 80´ sobre las mujeres, los homosexuales o las personas trans. Y aunque son desagradables y degradantes cada uno de ellos, van de la mano con los personajes que los pronuncian y ese detalle se me hace muy rescatable.
Cammarota fue estudiante de la facultad de psicología, al parecer no terminó la carrera porque empezósus escarceos con la radio, pero aquí esa veta se nota y mucho por el modo que analiza no solo a los sospechosos y sus comportamientos sino también los espacios. A lo que voy es que, claramente, no me da la sensación, como sí me ha dado en otras novelas, que el escritor está tocando de oído.
Me parece muy remarcable que, a pesar de que lo introduce de la mano de Perrone y por tanto está lleno de prejuicios y chistes fuera de lugar, el autor introduzca la problemática de las personas trans. Primero que nada fue una sorpresa, un giro de sopetón que claramente no veía venir, pero me gustó mucho la crítica social que sustenta todo el asunto. Eso me pareció muy bien y lo celebro.
En definitiva, una novela negra muy recomendable. Un protagonista con el que es difícil empatizar por sus múltiples defectos pero del que es imposible ignorar su ingenio e inteligencia. Una historia bien hilvanada, con sorpresas agradables bajo un escenario de carnaval que Perrone desconoce y que debe aprender a la fuerza. Un puzzle que parece no cuajar hasta que el protagonista lo fuerza a base de razonamiento e instinto. Un estilo amigable que nos obliga a disfrutar la trama y que nos pasea por Montevideo. Un autor que sabe lo que hace porque, al terminar, uno se queda con ganas de saber qué fue de la vida de Perrone. Cuatro estrellas de cinco para mí.
Hola! Gracias por la reseña. Me encanta lo que están haciendo en ese club de lectura y sigo de cerquita sus opiniones, aunque ahora mismo no pueda añadirme más lecturas 😦
Por el momento, dudo leer este, aunque tengo ganas de leer algo de Cammarota en algún momento.
Un besote!
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