De un tiempo a esta parte le encontré el gusto a descubrir autores nacionales que, si debo ser honesta, normalmente ignoro. Como saben, uno de mis género favoritos es la novela negra y por fortuna Estuario Editora tiene una colección completa dedicada al crimen. Cosecha roja es una genialidad y la recomiendo mucho porque son autores uruguayos escribiendo novela negra uruguaya y como lectora creo que tiene un gusto particular reconocer la idiosincrasia propia del país, el lenguaje e incluso los lugares que recorren los personajes. Además, Matufia fue un libro que leí en Biblioteca Ceibal así que si quieren fue doblemente uruguayo. Para quienes no saben, Biblioteca Ceibal es una biblioteca digital gratuita para todos los uruguayos con una variedad muy amplia de libros a disposición de todo aquel que esté interesado.
No es mi primer encuentro con Rodolfo Santullo porque ya había leído Cementerio norte y aunque me gustó, disfruté mucho más la lectura de Matufia. Santullo es periodista, escritor, guionista y editor de responsable de Grupo Belerofonte, con el que lleva editados sesenta y cinco títulos de comics. Publicada en el 2013 Matufia fue galardonada con el Premio Nacional de Narrativa y entiendo perfectamente por qué, porque de verdad que es una joyita.
Néstor Serrato es un periodista deportivo impulsivo e iracundo que, volviendo de la feria con su esposa y a propósito de un dolor en la rodilla, recuerda el camino que lo llevó hasta allí. Explosivo, sin pelos en la lengua y en patente cacería de los corruptos del fútbol Serrato denuncia a varios de ellos en un programa deportivo y comienza a ganarse enemigos que van desde el Chiqui Rivarola, un jugador que vio frustrado su pase a Europa después que denunciara un problema legal que mantenía con la madre de su hijo hasta los hermanos Chivalli, contratistas de divisiones juveniles que según parece hicieron desaparecer una denuncia de un juez luego de un incidente en un partido de juveniles.
Si gritás bien fuerte, no te para nadie.
Con varios frentes en los que pelear y procurando mantenerse fiel a sí mismo, Serrato es sorprendido cuando le pegan un tiro en la rodilla. La inoperancia de la policía es tal que Serrato decide emprender la investigación por su cuenta y hacerse cargo de todo lo debería estar haciendo la policía. Los enemigos son muchos, incluyendo un dirigente de la AUF, así que cualquier pudo haber contratado a alguien para matarlo porque sí, él está convencido que, en realidad, ese hombre iba a matarlo. Más allá de lograr identificar al culpable nuestro protagonista quiere justicia porque, aunque es explosivo y podría poner de los nervios a cualquiera, es un tipo recto y quiere hacer todo bajo la ley. El gran problema de todo eso es que el poder de los corrupción es amplio y llega a todos los rincones.
Inspirado en un atentado que sufriera Ricardo Gabito en el 2003 esta novela es buenísima y, para ser honesta con ustedes, no esperé que me gustara tanto. Había escuchado cosas buenas pero no esperaba reconocer tanto de la idiosincrasia uruguaya y de nuestra realidad en ella. Está plagada de situaciones propias de un fútbol corrupto y en manos de unos pocos poderosos y es imposible no relacionarlo con la realidad. El modo en que aborda la relación entre el deporte más importante de nuestro país, el alcance del dinero y la corrupción que lo rodea me pareció brillante porque está bien planteado, con elegancia pero con la suficiente crítica.
El ambiente turbio, oscuro y, hay que decirlo, propio de una matufia está retratado a la perfección. En algún punto, sobre todo las descripciones físicas de los personajes, me hizo acordar a la típica imagen que tenemos de la mafia italiana: hombre gordos y prósperos, con camisas abiertas y remangadas, mocasiones y múltiples alhajas de oro como anillos y cadenas. Habría que preguntarle al autor, pero no creo que haya sido fortuita ese tipo de descripciones, creo que refuerzan aún más el ambiente mafioso que rodea al fútbol.
Sin embargo, el fútbol no es lo único que está bien retratado en esta pequeña novela porque también hay una crítica muy dura a la situación de algunos sectores sociales. Hay un personaje que está perdido, que no tiene trabajo ni horizonte al que caminar y que, necesitando el dinero, hace lo que debe hacer para conseguirlo. Su lenguaje, su forma de pensar, manejarse en la vida e incluso manejar la plata es un espejo de una realidad uruguaya muy clara y no solo me sorprendió lo bien llevado que está sino cómo critica sin hacerlo obvio.
No son ineptos, son impunes […] No importa en qué auto iban o con qué arma te dispararon. No les va a pasar nada y lo tienen clarísimo.
No puedo decirles que el personaje en cuestión no me generó compasión porque estaría mintiendo porque además de ser alguien perdidos y errante, también tiene una familia que lo necesita y por la que lo da todo. Es una persona que no tiene cabeza, pero no es malo y creo que ahí está la cuestión de todo el embrollo, la necesidad lo empuja y se me hace muy real y bien logrado.
Serrato, por otro lado, es un poco insufrible pero bajo esa fachada de periodista irreverente y volátil también hay un buen tipo que busca justicia, que busca llevar todo hasta las últimas consecuencias cuando sabe que tiene la verdad de su lado y aunque es taimado y astuto y su personalidad puede causar rechazo, no puedo negar que me gustó mucho. Me reí lo suyo porque tiene un humor ácido y ofensivo y porque tiene el suficiente carisma como para comprar al público, pero su personalidad es tan avasallante que solo genera amores u odios. Me hizo acordar a muchos periodistas deportivos que se ven hoy en día.
Debo admitir que al principio no logró engancharme del todo, pero una vez comenzó a tomar ritmo no pude dejarlo porque quería saber cómo se resolvía todo. La forma que Santullo tiene de contarnos esta historia es muy buena porque logra que el lector se ponga en los zapatos de los personajes de un lado y de otro de la historia y, además, solo genera intriga al abordar la historia en saltos de el tiempo intercalados.
¿Qué decirles? Me gustó mucho y no lo esperaba. Un libro muy uruguayo sobre el fútbol, el dinero que lo sustenta y la corrupción de todos sus integrantes. No va a ser la última vez que lea a Santullo, eso seguro. Cuatro estrellas de cinco para mi.