Una de las cosas que más disfruto de Harry Potter es que puede tener dos lecturas: una bien superficial, la lucha interminable entre el bien y el mal, que uno entiende sin grandes problemas cuando leyó la saga en la adolescencia y luego, ya creciditos, hay una lectura más profunda y política que se descubre con la adultez y es maravillosa.
Lo curioso es que, una vez se descubre el entramado político de la saga, es imposible ignorarlo y pretender que no existe, porque lo cierto es que lo carga de un sentido mucho más real y adulto y, en lo personal, lo disfruto mucho más. Así que para aquellos que reniegan de estas cosas, siento decírselos, pero Harry Potter también es político.